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jueves, 9 de abril de 2009

DE LA OPOSICION A LA COINCIDENCIA Y MUCHOS MUCHOS REGALOS PARA TUS XV PRIMAVERAS

por:<-julio glez->visita mi blog para mas ideas para tus xv años

Dos culturas en una

La cultura noruega, europea nórdica, no tiene la tradición de la celebración especial de los quince años de una muchacha. Los “quince” son, para los noruegos, un día de cumpleaños como otro cualquiera.

Por eso, mi madre y mi tía, que son cubanas, decidieron organizar mi fiesta de quince, no en secreto, pero si con discreción; pensamos que lo mejor sería sorprender a papá con un baile formal, lo que en inglés llaman “a formal dance party”; lo que permitió que mi madre, con la ayuda de mi tía, que además de joven y muy bonita, es extremadamente inteligente, prepararon, en la computadora, una bellísima invitación con el tema de ninfas y mariposas.

Sin misterio, pero sí con mucha discreción, preparamos la coreografía (los “quince” son siempre teatrales), obra de mi ex maestra de ballet, Nikki Rojas, que es coreógrafa y quien hizo una excepción en mi caso (ella nunca antes había accedido a preparar la coreografía de una fiesta de quince).

La canción de mi fiesta, el tema de la presentación, en inglés “I promise”, interpretada por el grupo de jóvenes americanos N’Sync.

La fiesta de celebró en un hotel de Coconut Grove, en Miami, cuyo salón de baile, era exactamente lo que había imaginado. Recuerdo, como si fuera hoy, y con la misma emoción, las nueves parejas, nueve muchachos y nueve muchachas, de mi mejor amistad, bailando la música que yo elegí, coreografiada por Nikki Rojas, como dije arriba.

La pareja central éramos, como es natural, mi compañero y yo.

Mi compañero, a quien elegí no por razones sentimentales, sino la quizás poco romántica pero admirable razón de que bailaba muy bien. No tengo que decir que mi padre sufrió una sorpresa muy grande, un choque (“shock”) cultural tremendo, pero valió la pena verlo transformarse, por un momento, en cubano, bailar conmigo, al ritmo de la melodía “Butterfly kisses”, lleno de alegría. Alegría que se multiplicó cuando mi abuelo materno, español de origen, pero esencialmente cubano en su sentir y en su pensar, bailó conmigo, con plena conciencia de que “los quince” constituyen siempre un sueño dorado de las niñas cubanas o aquellas que se hayan criado dentro de esa cultura.

Bailé con mi abuelito, sentí el orgullo y la emoción que había en su alma mientras bailaba con su nieta primera.

Mientras bailaba con mi abuelo, miré a mi padre, que nos observaba atentamente. En un momento vi que la faz de mi padre se iluminaba, que se transformaba, que por un instante, fue cubano, entendió lo que eran “los quince” para nosotros.

El frío nórdico se unió, al calor del trópico, el sol pálido de Noruega se hizo amigo del sol ardiente de Cuba. Mi padre noruego y mi abuelo cubano español fueron uno.

Lo que empezó con oposición terminó como coincidencia, la magnifica coincidencia del amor, de mi padre, de mi madre, de mi abuelo, de mi hermanita, de mi tía, de mis amigas y de mis amigos.
Mi ilusión se había hecho realidad; el mundo era como nunca después. Quince años, quince primaveras, se tienen, y se celebran una sola vez.


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